GRENIER Jorge
Cirujano alemán afincado en Almería.
Ejercía de Cirujano de Roquetas de Mar en 1788. Interviene en un pleito entablado entre el boticario de Roquetas Don Salvador Gallego Carrión y el síndico personero del común Don Ceferino López que recrimina al boticario por su mala gestión. 4 (Véase SILVA RAMÍREZ, E. (1986), pp.73-75 donde se ofrecen importantes noticias sobre esta cuestión. En la Real Chancillería de Granada. Pleito de 262 páginas. Sala 512. legajo 2393, pieza 8.)
Cirujano militar de la costa de Almería. Cirujano Almería a principios de siglo XIX
El 8 de septiembre de 1804, llega el puerto de Almería la polacra “La Amistad”, sospechosa de estar contagiada de fiebre amarilla. Se decía habían muerto seis marineros y traían a otro enfermo. Se aleja a la embarcación a fuerza de cañonazos, retirándose esta hasta la bocana del puerto y luego se sitúa en la boca del río. Se comisionan tres personas para acercarse a hablar con los afectados. Una de estas tres personas es el cirujano Grenier, cirujano.”Montaron en la barca.....con prevención de vinagre El cirujano Jorge Grenier junto a D.J.A. de Perceval es comisionado para dialogar con los de la embarcación. Montaron en una barca (SANZ SALVADOR p. 187, véase)
Es comisionado en 1804, junto a Melchor Cortés para reconocer en Rodalquilar a una embarcación ( Interviene en otros hechos sanitarios de 1804
Cirujano militar, titular de la ciudad de Almería h.1812.el cirujano Francisco Romero es llamado a ver un enfermo y relata lo siguiente:
“En la costa en el campo de Gata, y al que llevaba asistiendo durante cinco meses el cirujano militar Jorge Grenier, titular de la ciudad de Almería. Llamado yo a consulta, apenas vi al enfermo, dictaminé que padecía, cerca de la hidropesía de pericardio, y que, para comprobar el diagnóstico, era preciso realizar una abertura en la curvatura de la sexta costilla verdadera hasta tocar el pericardio. Conocida la enfermedad a primera vista, pues el pericardio estaba lleno fuera de lo normal, enseguida con unas pequeñas tijeras curvas realicé, delante de dicho cirujano, la segunda parte de la operación; el enfermo manifestó inmediatamente que se encontraba mejor. El agua evacuada ascendía a cinco libras, tenía color de ladrillo. Pasadas cinco horas comenzaron a aparecer, fiebre, sed, dolor punzante, angustia, dificultad de respiración, insomnio, enrojecimiento de las mandíbulas; y estos síntomas fueron aumentando gradualmente hasta el quinto día, en que comenzaron a decrecer con la ayuda de una pequeña cantidad reiterada de emulsiones y con la aplicación de emolientes en las partes externas del pecho. El día décimo le prescribí reconstituyentes, tal como se encuentra en mi observación y a los cuarenta días hice que el enfermo cambiara de lugar. Al cumplirse los cuatro meses, comenzó a atender sus obligaciones. Estaba dotado de un temperamento caquéctico.
Tres años después de la operación lo encontré casualmente y, al preguntarle por su salud, me contestó que se encontraba bien; se quejaba de un pequeño dolor fijo, a mi juicio en el mismo lugar en el que se había efectuado la adhesión inflamatoria de las túnicas del pericardio, debido a la incisión hecha en la operación.
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